Observando la naturaleza nos damos cuenta de
que todo lo vivo mantiene un ritmo que se expresa en estas dos polaridades, una
flor se abre lentamente buscando los primeros rayos del sol y se cierra cuando
atardece. Del mismo modo los seres humanos transitamos de un estado de vigilia a otro de descanso, de
alimentarnos a estar saciados, de necesitar comunicarnos con otro a la búsqueda
de recogimiento. Cuando nuestro ritmo de contacto/retirada está distorsionado,
nos obligamos hacer contacto con personas u obligaciones, desde una voz
interior que nos lo exige, o bien permanecemos retirados, ensimismados sin
capacidad de abrirnos al otro, porque nos es difícil sostener el contacto.
A través de la escucha de nuestras sensaciones
internas será posible restaurar el ritmo natural del organismo, detenerme y ver
si necesito parar, decir basta y alejarme de la situación, emprender la acción
de buscar a alguien o algo con lo que contactar para satisfacer mi necesidad.
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